Fantasías


Como quisiera en esta noche,
tener licencia para amarla a borbotones,
trepar sus largas piernas traviesas,
hacer un columpio de besos en sus pechos
y con las mismas fuerzas dejarla huir sin miedo
por la mañana

Suena disparatado y hasta atrevido, lo sé;
pero es que cuando la noche cae
y la luna la alumbra
me parece la mujer más deseable,
la excusa perfecta para desarreglar mi cama,
la diosa indomable de mis sueños mojados.

Todo esto ocurre por la noche.
Porque por el día es la fulana, la mengana,
la vecina, la comadre,
la recepcionista, la secretaria,
la que podría ser mi madre

Tengo unas ganas tímidas de decirle
que adoro la ternura con que el tiempo
ha pasado por su cara, por su cuerpo,
por su estampa;
la elegancia de sus gestos casi arrugados,
su manera coqueta de decir: “¿En qué puedo ayudarte?”,
“te pareces a mí hijo”, saludos a tu madre;
explicarle lo terrible que es ser a veces
un muchacho de tan pocos años
y ser solo el fulano, el mengano,
el vecino o el ahijado.

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