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Mostrando entradas de abril, 2011

Te fuiste con la lluvia...

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Sabía que no era sólo una cuestión de azar y casualidades. Tu paraguas negro casi a lo lejos era la señal perfecta de que existía un Dios. Quise correr, correr con todas mis fuerzas y alcanzarte con un beso. Quise cubrirte de la lluvia con un abrazo impermeable. Me detuve. El tiempo se detuvo, pero el agua no dejaba de caer sobre mí. Eran gotas pesadas que morían en mi cuerpo rogándome que reaccionara, que no te dejara ir. Los truenos. De pronto desde las nubes alguien grito muy fuerte. Sentía que el cielo se resquebrajaba sobre mí. Mi corazón empapado se encogió, y las piernas me temblaban. Debí correr. Debí saltar cada charco del camino, tomarte del brazo y llevarte de nuevo a mi cama. Debí morir, morir allí y renacer entre la lluvia cómo una gota de rocío, como una lagrima, como la humedad de mis ventanas empañadas. Debí ser yo o ser otro, pero por lo menos ser alguien. Pero no lo fui, y tú te fuiste, con tu paraguas negro, con mi esperanza empapada, con tu soberbia y mi cob