Aquella Noche...
Aquella
noche, nuestros cuerpos fueron uno solo. Adentrados, piel con piel en tu
habitación, mientras afuera llovía a cántaros sin cesar. El clima era perfecto
para recordar que la cama no sólo sirve para dormir. Tu, luciendo mi camisa de
botones con sensualidad. Yo, perdiéndome en el vaivén de tus caderas. Afuera el
mundo lloraba. Adentro nuestro mundo nacía. Encendimos la hoguera de la pasión
al ritmo del calor de las velas. No había espacio, ni tiempo, ni momento para
las palabras. Creamos un nuevo idioma a punta de caricias. Afuera un mundo
tapado y con tapujos. Aquí, adentro, empapados de amor nuestros cuerpos
desnudos. Bendito sea el que hizo el amor, y benditos nosotros que ahora lo
rehacemos. Bendita tu piel, y tu muslos, y tu espalda. Bendita la manera en que
amarras tu pierna a la mía. Bendita la exactitud de tus pechos. Bendito tu
ombligo del que bebo tu deseo. Bendita la curva de tu espalda en la que corren
mis dedos. Bendita sea esta cama, estas paredes, este techo, que guardan
fielmente nuestros secretos. Benditas las sábanas que registran con detalle el
aroma de tu cuerpo.
¡Bendita sea aquella noche, en la que fuimos uno sólo
sin
serlo!
Comentarios
Que bello, me encanta como escribes. Sexualidad pura descrita perfectamente en palabras. Eres un talentoso poeta.