ESTAS MANOS QUE GRITAN
II
A le memoria y obra de Charles Bukowski.
No cabe duda, el sentimiento más humano es el dolor.
Tu cara no puede mentirme, agonizas, sufres, te extingues,
fallece, caducas, feneces, mueres. Tu sonrisa es falsa, tu mueca es falsa, tu
alegría es falsa. ¿No tienes cojones para morirte como un hombre? Tu coraje se
lo llevo un demonio con piernas largas y lunares, que con sus manos mortales y
féminas desgarro tu camisa barata de botones, sacándote el alma sin
remordimientos y cobrándote tus esperanzas mas intereses. Ya no eres más que una
pintura delante de otra pintura, una venda tapando el rasguño, un cretino
mordiéndose la impotencia. Explota, detona, estalla, acabalo todo de una vez.
Eres un dragón que arde y agoniza con su propio fuego atrapado en sus entrañas.
Pobre imbécil. El tiempo corre, las manecillas van haciendo su recorrido sin
darle tregua a nada ni a nadie, dejándonos a los dos en un mismo dilema.
¿Cuándo, a qué hora, en qué lugar, con que testículos mandaras al carajo tanta
basura? Ya me está hartando este juego, muchacho; este sitio es sólo una pila
de porquerías y complejos. Exprime esos ojos marrones y marchitos, haz drenar
tanto sufrimiento de una maldita vez, no vez que hace mucho tiempo yaces muerto
en tu propia agonía. Muere, muchacho, muere, y no tengas miedo de vociferar
palabrotas con el hígado, con el páncreas, con los intestinos gruesos y
delgados, carraspea esa rabia y escúpela con vehemencia al cielo, al sol, a la
luna, al vecino que no te deja dormir por las noches cada vez que fornica con
una prostituta, al bastardo de tu jefe, sácalo todo, muchacho, Olvida a Borges,
a García Márquez, a Hemingway, a Girondo, a todos imbéciles con tufos de
literato que lees con tanta afición. Ellos ni siquiera saben que existes, que
vives, que sobrevives, que caducas. Los pendejos están contados, deja de
alterar las estadísticas… En esta vida ella te enseño la primera lección de
literatura: el significado del dolor. “Está
bien, tu ganas, ¡Jala el gatillo!”.
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