Bastó...

Bastó que el silencio hablara,
que las palabras se enmudecieran,
que nos olvidáramos un poco de cómo estaba el clima,
de lo sensual que lucía la luna,
de lo desnuda que se veía la noche,
de lo que pasaría mañana, pasado mañana
y los otros días…
Basto que me perdiera en tu risa
que el vino tinto nos retara un poco,
que la ansiedad y el deseo mordiera mi lengua,
que los nervios mojaran mis manos,
que me leyeras y te leyera,
que me cantaras y yo riera,
que mi mano tropezara con tu mano,
que tus dedos coquetearan con los míos,
que no supiera lo que pasaba, ni lo que pasaría,
que tu mirada se mezclara con la mía…
Bastó esa idea tonta de besarte
y tu sospecha más tonta de que en verdad lo haría
Basto que sí, que te besara…
que mis labios tropezaran tiernamente con los tuyos,
que bordeara sigilosamente mis manos por tus caderas,
que esparciera mis caricias en tu cuello y en tu cabello…
Basto sobornar tu oreja con un suspiro,
que mis besos se posaran en tu espalda,
en tu adorable y cálida espalda…
Bastó tu gracia traviesa al morder mis labios,
tu colección sin estrenar de caricias,
tus puntos suspensivos entre cada beso…
Bastó olvidarme del vino tinto, de la luna,
de la noche, del reloj, de esa preocupación absurda sobre
el clima, de lo que pasaba por tu cabeza, de mi torpeza
al servir los tragos, de mis doce mil manera de controlar
mis nervios… de ti!


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