No se porqué...

No sé porque, cual es la razón,
pero siempre he tenido ojos de ateo
ante santos, estampitas, vírgenes llorando
sangre y demás manifestaciones populares

Me cuesta creer, no sé si por juvenil
o testarudo, que un pedazo de yeso sobrevalorado
o la cara de algún santo en un árbol tallado
me dé respuestas por ejemplo, a mi
pobre cuenta bancaria, o al pago puntual de las
cuotas de mi carro, o peor aún,
que pueda concederme un milagro inesperado

Para mí los milagros están en las cosas comunes,
en el héroe común del vecindario,
en el papá que escucha su hijo después de llegar
del trabajo,
o en la madre que exprimió su pobre sueldo mínimo
para alargar hasta el próximo mes el mercado

Aun más incrédulo soy
ante la auto llamada "Embajada de Dios"
y sus aun mas falsos embajadores,
en sus dirigentes que visten de sotana
pero que se desvisten ante su pederastia

Cuantos hombres ilustres y sabios
han sido castigados injustamente
por el dedo miserable cubierto de oro
de esta supuesta "Organización de Dios".

Hablemos también de esa imagen comercial
que nos vendieron de Dios, de Jesús o
del niño Jesús para los más chicos,
ese hombre de rasgos perfectos,
con ojos azules o verdes, dependiendo de las versiones
como si fuera un modelo de alguna
revista de moda de Jerusalén,
Y qué tal si hubiese sido de piel oscura,
de ojos gitanos,
de cabellera encrespada
o con un rostro no tan comercializado

A estas alturas, me cuesta creer,
de verdad, que hay un santo,
una estampita milagrosa,
un cura que no cometa pecados,
mucho menos que haya una virgen,
sobre todo una "virgen".
Mi única credibilidad religiosa
recae sobre un hombre
que pregonó un mensaje de esperanza
sin dinero y descalzo
y que murió por eso mismo,
por intentar ser un santo.




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