Mujer de traje color negro

Enemigo eterno de la luz,
caníbal silencioso de sueños,
tú que te alías con el tiempo,
dinos ¿Quién es tu dueño?,
¿Quién es tu mentor?,
¿Por qué nos robas la vida
si a ti se te ha dado eternidad?,
¿Por qué escogiste este trabajo
cuando lo pudiste cambiar?

Tú, Mujer de Traje color Negro;
negro como el odio,
negro como el rencor,
negro invisible, negro sorpresivo,
que nos tomas desprevenidos
sin avisarle a nadie,
que nos haces sentir cobardes,
y a la vez tan infelices,
cambiando todo los matices,
que la vida nos presenta,
que llegas sin dar respuestas
y con poca explicación.


Y aunque nos falte mucho
para toparnos frente a frente,
no se borra de mi mente,
que me puedas sorprender,
dando la vuelta a la esquina,
o tomándome un café;
de repente por la calle,
al cruzar la avenida,
vengas tú en estampida
y me lleves a tu valle.

Pero, se que tu no lo quieres así,
porque aunque no te he visto,
te conozco;
tal vez poco, tal vez lo suficiente,
como para saber lo que piensas de mi;
y sé que me ves,
de una manera diferente,
qué crees que me siento con suerte
porque un día no me preocuparé por ti.

Tú, mujer de rostro semi-difuso,
que muchos ya te ven venir.
Tú, que estas allí, omnipresente
observándonos sigilosamente
¿Por qué disfrutas vernos morir?

Tú, que inventaste las urnas,
y es tu templo un cementerio.
Tú, que eres tan nocturna,
¿Hasta dónde llega tu misterio?

Tú, que nos consuelas
con una “suite” en el cielo,
porque parece que en el infierno,
se daño la calefacción.
Tú, que nos llenas de miedo,
cuando el tiempo nos toca la puerta
y nos dice: “Aquí está la cuenta,
es su cuerpo el afectado,
por favor tenga más cuidado,
que se aproximan los ´80
y puede que se dé cuenta,
que su vida ha desperdiciado”.

Así eres tú, así siempre has sido
y así siempre serás;
y aunque la Ciencia te llegue alcanzar,
tú nunca te darás por vencida;
por más que yo te llegue a odiar,
al final me iré contigo;
tal vez me reúna
con viejos y nuevos amigos,
con mi Madre, con mi Padre…
Aunque prefiero resignarme
que aún los tendré conmigo.

Puede más tu valor,
que mi coraje fingido;
puede más tu desprecio,
que una vida y todo lo vivido.
¿Quién puede contigo?
¿Quién? sino tú misma.
Tú, aurora maldita,
tú infinita oscuridad,
que nos hunde y nos levita
en tu juicio terrenal.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Utopías para merendar : La ciudad de los mutantes por Ana Black

¿Te pasará lo mismo? Me pregunto.

Aquella Noche...